Quien más quien menos ha oído hablar del Trastorno del Espectro Autista (TEA). En los últimos años, las consultas en nuestros centros sobre síntomas compatibles con un posible TEA han ido en aumento.
El TEA se conoce como una disfunción neurológica crónica con una fuerte base genética que desde edad temprana se manifiesta en una serie de síntomas, basados en una serie de di cultades en la interacción social, comunicación y falta de exibilidad en el razonamiento y comportamientos (lo que se llama "tríada de Wing"). El trastorno se contempla como un espectro o continuo por la forma en que estas alteraciones se manifiestan, y pueden variar mucho de un niño a otro, por lo tanto, el concepto engloba desde casos más graves, más leves y de buen pronóstico . Afectan cuatro veces más a los niños que en las niñas y se producen en todos los grupos étnicos y socioeconómicos. En la mayoría de los casos, los niños muestran una apariencia física normal, y pueden presentar diferentes alteraciones en su comportamiento, por lo que las señales de TEA pueden pasar desapercibidas.
La importancia de la atención precoz es fundamental. Los expertos coinciden en señalar que la detección y el tratamiento precoz de los síntomas mejoran el pronóstico. Por este motivo es indispendable que, tanto la familia como otras figuras del entorno del niño (pediatras, educadores) estén alerta ante la aparición de algunos indicadores que pueden señalar que el desarrollo del niño no se corresponde con lo que sería el adecuado para la edad. Los principales indicadores:
0-6 meses: Menor uso de contacto visual. Mayor atención a objetos que personas.
6-12 meses: (además de los del anterior): Respuesta auditiva inconstante, hipersensibilidad a algunos sonidos. No respuesta a su nombre. No balbuceo a los 12 meses *. No imitación gestos *. No señala *. Estereotipias.
12 - 24 meses: (además de los anteriores): No demandas. No palabras propositivas 16 meses *. Comprensión de ciente del lenguaje. No frases de 2 elementos a los 24 meses *. No juego simbólico: apila o hace hoteleras de objetos. Prefiere jugar solo. Está en su mundo. Respuesta anormal a estímulos sensoriales. Hiperactivo, oposicionista, irritable. Resistencia a los cambios ambientales. Regresión del lenguaje o la relación a cualquier edad *.
A partir de los 24 meses (además de los anteriores): Lenguaje: Dificultades de comprensión y comunicación *. Regresión *. Jerga sin valor comunicativo *. Ecolalias. Palabras inventadas. Lenguaje empobrecido, literal, repetitivo. Alteración prosódica. Relación social: No le interesan los niños de su edad *. Falta de reciprocidad *. Tendencia a la soledad. Utilización de las personas para conseguir lo que quiere. Juego *: Ausencia o falta de juego imaginativo. Enganche inusual a determinados objetos, juguetes o estímulos visuales concretos. Interés especial para objetos o juguetes que giran. Alinea o clasi ca los juguetes. Juegos o actividades persistentes. Patrones de conducta e intereses repetitivos y restringidos: fascinación por alguna de las características físicas de los objetos. Resistencia a los cambios en las rutinas. Estereotipias. Alteraciones sensoriales a sonidos, olores, sabores. Comportamientos ritualistas.
No se conocen con certeza las causas del TEA, pero sabemos que hay un peso importante de factores genéticos, posiblemente asociados a factores ambientales que interactúan entre ellos. Además de la predisposición genética, hay estudios que han encontrado irregularidades en diferentes áreas cerebrales de las personas afectadas. Así, en el caso de familias con un ll afectado existe entre un 5 y un 20 por ciento de riesgo de tener un segundo ll con el trastorno, un porcentaje superior al de la población en general.
Es importante poder realizar un diagnóstico lo antes posible, por parte de profesionales clínicos con un buen conocimiento en el desarrollo de los niños. El diagnóstico se establece a partir de la recopilación de la información facilitada por los padres en relación a su desarrollo, la observación de la conducta que presenta el menor ya partir de pruebas que ayuden en la validez del diagnóstico.
En nuestro CDIAP , las consultas por este motivo se han visto aumentadas en los últimos años. En la actualidad un 9% de los niños atendidos presentan esta posible hipótesis diagnóstica. De estos, el 81% son de género masculino. La derivación se efectúa, principalmente, desde el ámbito médico-sanitario, seguido del ámbito educativo. Los principales motivos de consulta en la derivación son: di cultades de atención y conducta, retraso del lenguaje y el habla, y di cultades en la relación y la comunicación. La edad en el momento de la consulta se sitúa en los 25-36 meses (46% de los casos), en los 13-24 meses (27%) y en los 36-48 meses (22%).
El TEA es una realidad en nuestros centros. Por ello, es fundamental iniciar cuanto antes la intervención y de esta manera ayudar en su pronóstico. La información sobre el trastorno, así como los avances en el diagnóstico, han ayudado a que esta detección sea posible en edades más precoces y desde ámbitos más variados. Nuestro objetivo pasaría por poder atender cuanto antes los casos, avanzando la derivación de los niños que nos llegan a partir de los 36 meses y así iniciar rápidamente el trabajo con ellos y las famíles.
* Ítems considerados indicadores de absoluta referencia / valoración.