Olga Casas, directora técnica del área de infancia
El 13 de marzo de 2020 es una fecha que quedará almacenada para siempre en nuestra memoria. El Gobierno de Cataluña hizo pública la RESOLUCIÓN SLT / 737/2020, momento del cierre de los centros y servicios de la Red de Servicios Sociales de Atención Pública como son el Centros de Desarrollo Infantil y Atención Precoz (CDIAP) con motivo de la pandemia por Covid-19.
De forma repentina e inesperada, tuvimos que bajar las persianas del CDIAP, lo que nunca había pasado, modificar nuestra práctica profesional, transformándola en actividad no presencial, desde el convencimiento de que la atención precoz era un servicio esencial y necesario para los niños y sus familias, tratando de adaptarlo a una realidad diferente que, a buen seguro, ya no será efímera.
Al principio, creímos que el cierre y el confinamiento sería por 15 días y pensamos que rápidamente pasarían y que los destinaríamos a hacer todo lo que nuestro día a día no nos permite hacer. Pero la situación iba cada día a peor y se empezó a hablar de meses y de desconocimiento de la fecha de regreso.
La resiliencia mostrada por los servicios y los mismos profesionales fue crucial, rápidamente nos organizamos, entendiendo que, a pesar nos vemos obligados a cerrar el servicio, nuestra función seguía y aún con más necesidad, ya que teníamos que dar cobertura no presencial a los niños ya sus familias, que necesitaban sentirse acompañadas en el desarrollo psicomotor y emocional de sus niños y de ellos mismos.
De este modo, a pesar de las limitaciones derivadas de la pandemia, el CDIAP del Gironès continuó dando atención a los niños ya sus familias de forma no presencial y mediante herramientas diversas que se han ido habilitando en función de las circunstancias y necesidades: teléfono , videollamadas, mensajería electrónica ... Medios que se han utilizado y se utilizan para poder llevar a cabo las sesiones para conseguir, en cada caso, la imprescindible comunicación para seguir con la atención terapéutica.
Por supuesto que en aquellos momentos tan inciertos y preocupantes, nosotros éramos unos privilegiados de poder ejecutar nuestro trabajo desde nuestras respectivas casas, sobre todo si nos comparábamos con los profesionales que tenían que salir de casa y entrar en establecimientos sin disponer aún, en entonces, de medidas ni de información, y corriendo el riesgo de infección y contagio, pero también hay que dejar claro que no resultaba fácil el trabajo desde los propios hogares, sobre todo al inicio, ni tampoco convivir con la gestión emocional que se derivaba y la conciliación de la situación laboral y familiar.
Ciertamente, nos REINVENTAMOS. Hicimos de nuestro día a día presencial un día a día virtual. Trabajando para poder dar una atención con la máxima calidad, desde nuestros hogares, entrando en los domicilios de las familias, algo impensable en los peores escenarios posibles hasta ese momento. En pocos días, nos convertimos en auténticos expertos de las nuevas tecnologías, dominando el mundo de las aplicaciones y adquiriendo un nuevo léxico digital del todo desconocido hasta el momento: zoom, enlace, invitación virtual, sala de espera virtual, convivir con los cortes de conexión, con la congelación de la imagen, con los micrófonos silenciados o las cámaras apagadas o con el "no sé cómo conectarme", y las repetidas y constantes preguntas sobre todo en los inicios: "me oyes?", "me ves? "...
Durante todo el confinamiento, todas las disciplinas de la atención precoz se han mantenido activas y las profesionales del CDIAP han buscado y logrado el reto de implementar, en cada caso, las mejores estrategias de comunicación e interacción con las familias. La atención, mayoritariamente pasó a darse por videollamada o teleintervenció, de forma regular y masiva. Ha supuesto una novedad para todos, vencidas las reticencias iniciales, originadas por el desconocimiento y por falta de habilidades tecnológicas, que hemos ido subsanando. Lo cierto es que hemos descubierto en la teleintervenció posibilidades que no habíamos imaginado.
Cuando una sesión se lleva a cabo de forma remota, los familiares se convierten en los máximos y exclusivos facilitadores para intervenir directamente con los niños. Las familias pueden aprender nuevas habilidades durante las sesiones, en las que los profesionales les animan a practicar nuevas estrategias que generen oportunidades de aprendizaje para favorecer el desarrollo óptimo de los niños. Las sesiones de teleintervenció son un recurso útil para reducir el tiempo invertido por las familias en los desplazamientos, así como para evitar cancelaciones ocasionadas por las dificultades en el acceso al servicio.
Durante las sesiones, era recomendable que las familias y las terapeutas tuvieran en cuenta crear un ambiente óptimo de escucha directa, limitando al máximo posibles estímulos distractores. También había que tener muy presente la gestión del tiempo y la selección de los materiales y las estrategias para llevar a cabo la teleintervenció.
Un hecho positivo a destacar fue que, el hecho de conectarnos con las familias, a pesar era a través de una pantalla, creó un vínculo fuerte con ellas. La situación del momento hacía que las familias se sintieran acompañadas, interesadas y el agradecimiento era grande y valorado, lo que aumentaba el vínculo terapéutico a pesar de la distancia física que nos separaba. Ver los espacios vitales naturales donde se desarrollaban los niños ayudaba a conocer mejor al niño a pesar de la distancia, y a empatizar con la familia. Todos nos sentíamos cercanos.
Pero no todo era positivo y fácil, la brecha digital estaba presente y podía ser debida a un déficit de equipamiento, de espacio adecuado, de falta de habilidades o, desgraciadamente, a dificultades sociales y económicas para acceder. Las familias con menos recursos no tenían las mismas facilidades y este fue uno de los aspectos más negativos.
Sin embargo, la valoración es muy favorable y el éxito de todo ello se debió a la suma de diferentes variables: el interés que pusieron las terapeutas en sacar adelante la atención y querer alcanzar el reto de implementar, en cada caso, las mejores estrategias de comunicación e interacción con las familias, el acompañamiento y el apoyo dado desde la Unidad Catalana en Atención Temprana, la disponibilidad de las familias en participar en algo nuevo y desconocido (sin ellas no hubiera sido posible), y el modelo teórico del que ya partíamos en nuestro servicio, el modelo centrado en la familia. Este modelo parte de una intervención basada en las rutinas, ofreciendo y buscando las oportunidades de aprendizaje en el entorno natural del día a día con sus niños y empoderando las familias.
En el momento actual y haciendo una mirada retrospectiva a un año atrás, podemos decir que ha sido un camino largo y duro, no ha sido fácil, pero nos hemos en salido. Aún queda camino, pero ya con una mirada más optimista y positiva y con el bagaje de todo el aprendizaje y las vivencias que nos ha supuesto la pandemia.
Nuestro CDIAP, poco a poco, va recuperando su esencia a pesar persisten algunas medidas y limitaciones. Aunque no podemos atender a la totalidad de los niños atendidos, pero nos hemos adaptado trabajando con unas medidas impensables hace más de un año, con una adecuación del espacio físico totalmente diferente a la época pre-pandemia, con unos niños que en llegar esperan para la toma de temperatura y se ponen el hielo en las manos. Muchas de las cosas han venido para quedarse, otros serán modificadas y, otros, esperamos que lo antes posible, formarán parte de un pasado.